30.9.12

Oleaje.



Estimados marineros, eso de que os perderíais en el mar de unos ojos azules me resulta un intento de piropo demasiado gastado. Me hace gracia, porque lo verdaderamente heroico sería intentar navegar en sus ojos color tormenta. Y, aquel día, me aventuré.

Las olas de su pelo fueron mi mejor aliado. A veces pausadas y, otras veces, como aquella noche, con la marea demasiado alta.

Peligroso viaje ese de bajar resbalando por su cuello, que ‘gota a gota se hace el río’ y yo me estaba ahogando en el pequeño arroyo que formaba su perfume.

Entonces, luz, relámpago que ilumina la constelación compuesta por los lunares de su pecho, como una sinfonía. Pequeños puntitos brillantes que guiaron mi camino titilando con complejo de miguitas de pan. Y yo, como buen animal curioso, fui probándolos todos.
¡Remad, galeotes, remad! Que este cañón se me hace infinito y me provoca hasta escalofríos. Enfadaste a Zeus, lo recuerdo bien. Los truenos se oyeron en lo más profundo del abismo por el que avanzaba y tus suspiros rara vez podían reconocerse entre los susurros de viento.
Apenas vislumbraba el final del camino, caímos a la deriva por tu ombligo, parada obligatoria. Jamás escuché unos cantos de sirena más mágicos y convincentes, pero la función debía continuar.
Ya en tu vientre, las aguas se calmaron. Respiramos para tomar el último impulso. La piel de gallina y el corazón en un puño. “Mi reino por una sola caricia más, capitán”.

Y, en ese preciso momento, naufragué.




1 comentario:

  1. marrrdy, cada vez escribes mejor ><
    y πirene, tu dibujo es sublime *3*
    (la entrada os ha quedado perfectísima)

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